Fue más que un día, una mañana horrible. Una mañana donde podría haber creado un río de sal, pero eso no es en lo que me quiero centrar, ni en las razones del llanto, ni el hecho de que cuando todo te desborda ya no importa mucho nada de lo que tengas a tu alrededor. Lo que me llamó la atención es como cuando llegas a ese punto en el que estás tan mal, te vuelven a afectar cosas que creías superadas.
Acordarme perfecto el camino que hice desde el oftalmologo hasta mi casa la primera vez que me recetaron anteojos, el llanto incontenible porque "anteojos, algo más para que se burlen de mi", recordarlo y querer llorar por ese insignificante recuerdo y por todas las bromas que lo sucedieron.
Es como si cuando finalmente soltas el llanto que aguantaste por mucho tiempo, te encontrases con mil razones para llorar y no pudieses encontrar ninguna para detenerte.
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